'cookieChoices = {};' tiempos y palabras: versión 0.1

miércoles, 9 de noviembre de 2005

versión 0.1

si tuviese la capacidad de generar música, de reproducir melodías pegajosas, no estaría repercutiendo trivial% en este teclado, escuchando una canción que en mi falsedad siento propia, y si tuviese la voluntad combativa de un anarquista, menos me prestaría para esta parsimonía bloggera

si tuviera algo más que puntos suspensivos mal enfocados quizás sería otra persona. pero, a mi entender, ser 'persona' no es la gran cosa... no me molestaría simple% reproducir lo que otros han dicho (de hecho creo que lo hago, pero no me doy cuenta, blog is free), pero mi memoria es frágil. me acuerdo de esa novela de Sartre en que el autodidacta se sentía orgulloso cuando un pensador reconocido por la academia había postulado lo que él en principio creía como una idea propia ... cuando a mí me pasa eso, me da vergüenza, asumir que soy una mala lectora, que me distraigo fácil% es mi forma de arrogancia más recurrente

retomando el post anterior, mi forma de extraña violencia es la duda: reforzar mi ignorancia. esta actitud, me mantiene alegre en un mundo descuadrado de formalismos innertes, la pulcra manera en que los prototipos se hacen cargo de la realidad. para sacar a Chile de esta sabia manera de disimular este individualismo que nos tiene sentados frente a este aparato, me informan que se está desarrollando un departamento de Innovación en el cual pensantes tendrían las herramientas que necesitan para sacarnos del gris, que este es un proyecto tan real como el Transantiago

1,2, 3 por ti! jugemos a la escondida por mientras, hagamos como si no nos vieramos, total el otro es producto de nuestra imaginación, un término que utilizan idiotillas como yo o doctos y más redocdoctotos como los que escriben en otros medios, pero, cuando vamos por la calle no somos capaces de reconocer... nos reconocemos en la pantalla del cine, en la escritura de un individuo, pero no en el cansancio de un par

la publicidad (¿o cómo debería llamarla?) tratándonos de 'tú' para que confiemos en sus ofertas, carteles en los que encontramos proximidad, posibilidades de compra que nos hacen pensar que somos tomados en cuenta por un ente superior, un jugador majestuoso, el que entiende este juego, el accionista mayor, el que tiene una noción de realidad más concreta que esta virtualidad, pero que no es capaz de distinguir entre el casino y la bolsa de comercio, que no distingue la diferencia entre contratar y despedir o comprar y perder fichas...

que sé yo, mi pregunta es:
¿ceder o no ceder el asiento?

No hay comentarios.: